
Reforma laboral de Milei: ¿y nuestros derechos qué?
El proyecto de Reforma Laboral enviado por Javier Milei al Congreso no tiene nada de moderno. Por el contrario, se trata de una reforma profundamente regresiva que afecta al conjunto de lxs trabajadorxs y beneficia de manera directa a los sectores empresariales, a costa de recortar derechos conquistados tras décadas de lucha.
La iniciativa propone modificar la Ley de Contrato de Trabajo y empeorar de forma sustancial las condiciones laborales: reduce indemnizaciones, elimina bonos y premios, limita el derecho a huelga y la capacidad de organización colectiva, fragmenta las vacaciones, deja de pagar horas extras y crea el llamado “banco de horas”, habilitando jornadas más extensas y sobrecarga laboral sin compensación. Todo esto en nombre de una supuesta “libertad de elegir” que, en los hechos, se traduce en negociaciones profundamente desiguales entre empleadores y trabajadorxs.
En ese escenario, el miedo al despido o a la no contratación se convierte en un disciplinador social que también debilita los mecanismos de protección frente al acoso y la violencia laboral. La reforma no sólo arrasa con derechos laborales básicos, sino que profundiza inequidades estructurales ya existentes.
Menos protección frente a la discriminación
Uno de los aspectos más graves del proyecto es el debilitamiento de las herramientas históricas para sancionar despidos discriminatorios. La reforma facilita que las empresas se “deshagan” de mujeres por motivos como el embarazo, la lactancia, las licencias por cuidado o las enfermedades de hijxs, reforzando la idea de que somos “trabajadoras costosas”. De este modo, se agrava el sesgo de género en el acceso y la permanencia en el empleo y se consolida un mercado laboral más desigual.
Impacto diferenciado en mujeres y diversidades
La reforma laboral debe analizarse desde una perspectiva feminista e interseccional. En un país donde las tareas de cuidado —que aportan el 16 % del PBI— siguen sin ser reconocidas como trabajo, esta propuesta no sólo las invisibiliza, sino que avanza en la reducción de licencias parentales, reforzando la idea de que quien trabaja fuera del hogar no puede ejercer plenamente derechos laborales conquistados.
Este retroceso se da, además, en un contexto alarmante: la desocupación femenina continúa en aumento. Según datos de la Asociación Civil Ecofeminita elaborados con información de la EPH-INDEC (primer trimestre de 2025), 1 de cada 5 mujeres jóvenes busca trabajo y no lo consigue. La tasa de desempleo alcanza el 19 % en mujeres jóvenes, frente al 15 % en varones de la misma franja etaria. A esto se suma la brecha salarial: en el empleo formal llega al 29 %, y en la informalidad se profundiza hasta el 32,7 %. Las mujeres y diversidades seguimos cargando con la parte más pesada de la precarización.
Por eso, si hoy mujeres y personas LGBTQ+ ya enfrentamos condiciones laborales más precarias, esta reforma no hace más que profundizar nuestra vulnerabilidad, promoviendo mayor discriminación, informalidad e inseguridad sobre nuestras vidas.
Trabajo no remunerado y explotación feminizada
Históricamente, las mujeres hemos sido relegadas a hacernos cargo de los trabajos domésticos y de cuidado, que recaen de manera desigual sobre nosotras. Esto nos ha dejado por fuera del trabajo formal o nos ha obligado a ingresar al mercado laboral con una doble carga: el empleo remunerado y el trabajo no pago que sostiene la vida cotidiana y permite que millones de varones puedan trabajar.
Una regresión en los derechos laborales como la que propone esta reforma nos aleja aún más del reconocimiento del trabajo de cuidados y de la posibilidad de acceder a salarios dignos y condiciones laborales justas. Lejos de generar empleo, la reforma recrudece la explotación en los sectores más precarizados y feminizados del mercado laboral.
Disidencias sexogenéricas: más exclusión y violencia
La situación es aún más crítica para las disidencias sexuales y de género. Muchas personas trans y travestis siguen sin poder acceder al trabajo formal, incluso existiendo una ley de cupo laboral trans. Sin estabilidad laboral ni ingresos suficientes, se profundizan la discriminación y la violencia estructural: se dificulta el acceso a una vivienda digna, se incrementa la exposición a situaciones de violencia y se agrava el impacto del recorte presupuestario a políticas públicas que garantizaban mínimos de subsistencia y dignidad.
En concreto: ¿Qué cambia con la reforma laboral?
La reforma introduce modificaciones que afectan directamente la vida cotidiana de lxs trabajadorxs: • Menos presunción de relación laboral: Hoy, si trabajás bajo órdenes y cobrás un salario, se presume relación laboral. Con el proyecto, esa presunción deja de aplicarse cuando hay facturación o contratos civiles, ampliando el margen para los “falsos monotributos” y debilitando las protecciones de la Ley Antidiscriminatoria. • Más poder para la parte empleadora: Se habilitan cambios unilaterales en las modalidades de trabajo. Si te perjudican, la única opción es considerarte despedidx, ignorando deliberadamente la desigualdad estructural entre las partes. Esto pone en riesgo salario, estabilidad y condiciones laborales.
Desarmando mitos: las PyMEs no cierran por juicios laborales
Uno de los argumentos centrales del gobierno es falso. Las PyMEs no cierran por juicios laborales: cierran por la crisis económica. En Argentina hoy vemos caída del consumo, aumento de costos, ventas desplomadas, cierres de comercios, despidos por falta de actividad y ausencia de organismos públicos que regulen y acompañen.
Más del 85 % de las PyMEs que cierran lo hacen por caída de ventas, inflación, endeudamiento, falta de crédito y altos costos financieros, no por demandas judiciales. Culpar a lxs trabajadorxs es una estrategia para justificar el recorte de derechos.
Los derechos laborales son derechos humanos
No podemos olvidar que en nuestro ordenamiento jurídico la Constitución Nacional y los tratados internacionales con rango constitucional protegen los derechos laborales (art. 14 bis). Estos son derechos humanos y deben ser garantizados con perspectiva de género, tal como lo establecen convenciones como la CEDAW.
Esta reforma laboral no amplía derechos ni genera empleo: consolida la desigualdad, la precarización y la exclusión. Frente a este avance regresivo, es urgente alzar la voz y defender los derechos de quienes sostienen el trabajo y la vida todos los días.