Justicia real para la calle online

violencias
Fecha:11/04/2024Por:Laura Oszust

“Hasta acá”, dijo hoy la periodista Marina Abiuso luego de que se conociera que la justicia penal, contravencional y de faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires determinó que el youtuber y tuitero Manuel Jorge Gorostiaga, más conocido como Danann, deberá realizar 40 horas de tareas comunitarias y participar de un taller de formación contra la violencia de género por el hostigamiento sistemático en redes sociales por motivos de género hacia ella.

Danann inició una campaña contra ella aprovechando el asesinato de Lucio Dupuy, el niño de 5 años que fue asesinado por su mamá y la pareja de ésta en La Pampa en 2021. Escribo “aprovechó” porque utilizó el caso para agredirla, nunca le interesó la muerte de Lucio ni la cadena de responsabilidades estatales que lo expusieron a su asesinato. Danann afirmaba en sus programas y redes sociales que Marina, quien era editora de género de TN, intervenía para que no hubiera una gran cobertura del caso en ese canal. Sostenía que ella incluso defendía a quienes son las asesinas de Lucio por ser feminista. Una mentira que se desarma si se googlea el caso, ya que se pueden observar la cantidad de informes y artículos que realizaron sobre el tema. Una mentira que se cae tan solo al pensar ¿tanto poder e influencia tenemos las feministas en los medios hegemónicos? Parece que no, sino tendríamos como mínimo paridad de género en los medios y un tratamiento de las noticias no sexista. A modo de muestra de la situación, según FOPEA, sólo el 14% de las empresas periodísticas están dirigidas por mujeres, es decir que en el 86% son varones quienes determinan qué se informa, cómo y quién lo hace, directores que no son precisamente feministas. Basado en esa mentira, Danann agredió y difamó de forma sistemática a Marina por las redes sociales, un terreno conquistado por comunicadores e intelectuales anti feministas, anti derechos humanos y anti democracia. Muchas personas pueden decir que no hay que prestarle atención a las redes sociales, que son trolls que nadie conoce y no te van a hacer nada en la “vida real”. Pero después de un hostigamiento constante de parte de una persona reconocida en un ambiente misógino puede pasar que esos ataques pasen de la “calle online” a la “calle de verdad”. En principio, Marina tuvo que dejar Twitter porque la violentaban ahí. Por si no se entiende: ella era la violentada y se tuvo que autocensurar. Así, las amenazas de muerte y de violación que recibió en las redes repercutieron en su vida real, ya que no sólo vio limitada su libertad de expresión, sino que también estos hechos limitaron su ejercicio laboral y hasta sintió miedo de salir a la calle. La violencia ejercida hacia ella está tipificada en la Ley 26.485 desde el 2023 como violencia digital, que como toda violencia por motivos de género limita el ejercicio pleno de nuestros derechos. Se ve que a los paladines del “dentro de la ley todo, fuera de la ley nada” se les olvidó esa legislación.

Marina denunció a Danann y a cuatro personas más que la habían hostigado. Estos últimos ya están cumpliendo una probation. Como cuenta Marina, el fiscal pidió 10 días de prisión y ella se presentó en la Justicia en desacuerdo con esa decisión. Sin embargo, gente cercana a Danann difundió lo contrario, se entiende que para seguir caracterizándola de censuradora o de que va contra la libertad de expresión de un varón que “solo dice lo que piensa”. Ahora bien, ¿no tendría derecho Marina o cualquier otra víctima de violencia digital a estar de acuerdo con la prisión de su agresor? Me pregunto: ¿por qué los violentos y amplificadores de discursos de odio, además de violentarnos, tienen el derecho a juzgarnos por lo que consideramos una reparación hacia un hostigamiento vivido?

A Marina la violentaron Danann y tantos otros por ser mujer, feminista y periodista y ocupar un puesto, el de editora de género, por el que las periodistas feministas han luchado en los medios. La hostigaron por luchar y visibilizar los derechos humanos de las mujeres y LGBT+. La violentaron por ejercer la libertad de expresión y defender la democracia. Por más que suene a un cliché, Marina somos todas. Al agredirla y amenazarla a ella nos lo están haciendo a todas. Estos hechos son individuales y colectivos al mismo tiempo, porque intentan disciplinar a la víctima directa y a quienes se sienten representadas en ella. Que ella haya denunciado y encima tenga una sentencia de este tipo, nos allana el camino a todas y nos alienta. En lo personal no creo en la imagen de valiente de una víctima que denuncia, porque implicaría que quienes no lo hacen son cobardes, y tan solo por transitar este mundo somos todas corajudas. Pero sí, en tiempos en que desde el Estado nacional nos tratan como el enemigo y niegan la violencia que vivimos, ese atreverse nos devuelve a todas la esperanza de que existen espacios de justicia en el Estado que nos protegen y que alzar la voz vale la pena. Obviamente siempre acompañadas y en red.

Hoy con esa sentencia, esa etapa, como afirma ella, se cerró, pero para nosotras una calle virtual y real se sigue abriendo.

Laura Oszust. Licenciada en Comunicación Social y periodista feminista, especializada en géneros y derechos humanos. Directora de Comunicación y Relaciones Institucionales.